jueves, 23 de abril de 2009

Libreta en Blanco

Libreta en Blanco

Al entrar las luces no dejaban ver mucho. Mis ojos tuvieron que acostumbrarse por unos segundos. Pude enfocar la barra y un tipo me miraba fijo. No había más de 6 o 7 personas en el lugar.
Que va a tomar-
Cerveza-
Diez-
Pague y me senté en un sitio alejado. Tranquilo.
Andaba siempre con una libreta, y una lapicera que recogían algunos de los pensamientos más profundos de mi vida. Escribí en ella una frase que tenia en mente.
Y la tache fuerte mientras sorbía otro trago de cerveza. Lo intente otra vez, y volví a tachar. Era una lucha, una pelea de esas que relata Chinaski. Me lleve una mano a la frente para secarme el sudor y apoye nuevamente la punta del bolígrafo en el blanco papel. Pero nada, no había nada para decir. Todo estaba dejando de tener significado, y se estaba haciendo difícil intentar encontrarle alguno. La inspiración comenzaba a desaparecer, poco a poco. Hundiéndome segundo a segundo en el arrollo de las experiencias vividas. Levante la vista, con temor a lo que pudiera ver, y la cosa no era agradable, el bar se había llenado. La gente reía, charlaba, bebía, se comunicaban. Ellas, hermosas, sonrientes, lindos ojos, lindas tetas, lindos culos. Y ellos, bien vestidos, perfumados, con billeteras y dinero en ellas Y yo alejado de todo ello, y con solo unos pesos para cuatro pintas más. Nada.
El papel continuó en blanco, la lapicera al costado y la cerveza terminada. Amague a pedir otra, pero no, era hora de irme. A ningún lado, solo irme sabiendo que no era una buena noche, no había paz, no había mujeres, no había escritos.
A la salida del Bar un vagabundo acomodaba cartones y se preparaba para descansar en la puerta de un quiosco, no tenia mucho dinero pero sabia que podía comprar al menos dos de a litro. Las conseguí junto a un paquete de Marlboro diez. Le deje unas monedas al vagabundo.
Camine rumbo a Plaza Congreso, mientras observaba los autos, los colectivos, la gente dentro de ellos, “enlatados” pensé. Llegue a la plaza y comencé a beber, lentamente, justo frente al edificio Congreso. La gente de la calle estaba preparada para dormir, todos vagabundos, sin futuro, mucho menos pasado. Termine la segunda cerveza y la noche enfrió, encendí un cigarrillo y me acomode para dormir en el banco. Mientras mi libreta continuaba en blanco, y yo sin futuro y mucho menos pasado. Como me gusta estar.

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